Parte 6: El Carácter de Jesús
Jesús nos demostró que lo más importante que podemos hacer es amar.
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Jesús demostró que lo más importante que podemos hacer es amar.
La Biblia dice “La clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio.” (Gálatas 5:22-23) Una vez algunos expertos en la ley religiosa se reunieron para preguntarle al respecto. “Uno de ellos, experto en la ley religiosa, intentó tenderle una trampa con la siguiente pregunta: ‘Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante en la ley de Moisés?’
Jesús contestó: ‘Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.’ Este es el primer mandamiento y el más importante. Hay un segundo mandamiento que es igualmente importante: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’. Toda la ley y las exigencias de los profetas se basan en estos dos mandamientos”. (Mateo 22:35-40)
Jesús también era misericordioso.
Una vez los maestros religiosos trajeron a una mujer sorprendida en el acto de adulterio. “La pusieron en medio de la multitud. ‘Maestro —le dijeron a Jesús—, esta mujer fue sorprendida en el acto de adulterio. La ley de Moisés manda apedrearla; ¿tú qué dices?’. Intentaban tenderle una trampa para que dijera algo que pudieran usar en su contra.
Pero Jesús se inclinó y escribió con el dedo en el polvo. Como ellos seguían exigiéndole una respuesta, él se incorporó nuevamente y les dijo: ‘¡Muy bien, pero el que nunca haya pecado que tire la primera piedra!’. Luego volvió a inclinarse y siguió escribiendo en el polvo.
Al oír eso, los acusadores se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los de más edad, hasta que quedaron solo Jesús y la mujer en medio de la multitud. Entonces Jesús se incorporó de nuevo y le dijo a la mujer: ‘¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ni uno de ellos te condenó?’
‘Ni uno, Señor’, dijo ella.
‘Yo tampoco —le dijo Jesús—. Vete y no peques más’.” (Juan 8:3-13)
Jesús era justo y amoroso.
Él llamaba a la gente a la rectitud y confrontaba el pecado. Pero a la misma vez Él era misericordioso y compasivo con aquellos que venían a Él por perdón. El sentia pena aun por aquellos que no venían a Dios. Hablando de la ciudad de Jerusalén, Él dijo: “¡Oh, Jerusalén, Jerusalén, la ciudad que mata a los profetas y apedrea a los mensajeros de Dios! Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina protege a sus pollitos debajo de sus alas, pero no me dejaste”. (Lucas 13:34)
Su amor no tenía límites.
Jesús viajó alrededor de Israel sanando a los enfermos, alimentando a los hambrientos y consolando a aquellos que estaban tristes. No hacía diferencia alguna si la gente era rica o pobre. Él compartió el amor de Dios a todos aquellos que venían a Él.