¿Está Dios Conmigo Cuando Estoy Sufriendo?
¿Por qué Dios no impide que seamos lastimados por los demás?
Pero yo digo: ¡ama a tus enemigos! ¡Ora por los que te persiguen! De esa manera, estarás actuando como verdadero hijo de tu Padre que está en el cielo. Pues él da la luz de su sol tanto a los malos como a los buenos y envía la lluvia sobre los justos y los injustos por igual.
Algunas ejemplos del mal en las personas son:
- Alguien miente sobre usted y como resultado pierde su trabajo.
- Una persona que ama le lastima ya sea emocional o físicamente.
- Alguien de su confianza le roba y usted es quien tiene que pagar por lo robado.
Continuamos aprendiendo del por qué Dios permite tanto mal en el mundo, con un énfasis en el mal que nos hacen las demás personas. Según la Biblia, el mal se encuentra en "los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida..." (1 Juan 2:16 NVI) Sin embargo, hay muchas otras situaciones en las que también se puede encontrar el mal, por ejemplo, un gobierno que nos trata injustamente, el terrorismo y en personas que conocemos que nos hieren personalmente. En cada una de estas situaciones, la Biblia nos da una guía sobre cómo debemos reaccionar.
El Gobierno
Dios dice en Romanos 13:1-7 que Él es quien otorga la autoridad a cualquier gobierno sobre su pueblo, y exige justicia de las personas de estos gobiernos. Debemos obedecer al gobierno en todo lo que no esté específicamente en contra del mandato de Dios (1 Pedro 2:13-20). Nosotros oramos por los líderes de nuestros gobiernos. Les honramos en todo lo que no está específicamente en contra de los mandamientos de Dios. Vea la respuesta de Pedro y Juan a sus líderes gubernamentales en Hechos 5:29. Jesús había dicho: "háblales a todos de Mí" y el gobierno dijo: "¡Cállate!" Pedro y Juan dijeron: "Nosotros tenemos que obedecer a Dios antes que a cualquier autoridad humana" y fueron a la cárcel sin defensa por desobedecer al gobierno.
El Terrorismo
Dios permite que las personas tomen decisiones, pero Él responsabiliza a cada persona por cada elección que hagan. El pecado lleva al odio y la ira. Ambos llevan a la muerte, tal como Dios lo dijo (Romanos 6:23). Nosotros no podemos controlar los eventos terroristas. Ni siquiera podemos prepararnos para ellos. Si alguien ataca una escuela, una iglesia o un negocio y estamos cerca, podríamos sufrir. Nuestra única respuesta puede ser la instrucción de Jesús de no tener miedo (lea Juan 16:33). No debemos temer nada cuando sabemos que Dios es quien nos guarda por siempre (lea Romanos 8:38-39).
El Maltrato personal
Un familiar, amigo, vecino o compañero de trabajo le lastima física o emocionalmente. En Mateo 18:15-20, Jesús nos manda a buscar la reconciliación con esta persona y perdonarle (versos 21-22). Recuerde, perdonar a quien le lastimó nunca se trata de sentimientos, solo de nuestra elección de entregar a Dios lo que nos hicieron y nunca guardar rencor contra esa persona. Perdonar no significa que debemos permanecer en donde estamos siendo lastimados, sino que dejamos toda la justicia del asunto en manos de Dios.
Sepa que Dios escucha y se interesa
Dios escucha nuestro llanto y se interesa por nuestro dolor. Nuestro dolor no persiste porque Él nos haya olvidado, sino porque Él tiene un plan para lo que está sucediendo. Su plan es que todos se arrepientan y confíen en Él para su salvación (2 Pedro 3:9). Jesús sufrió muchas injusticias aquí en la tierra porque Su sufrimiento mostró la maldad del pecado. Aquellos que pensaron que estaban haciendo lo correcto, de acuerdo con sus costumbres, le lastimaron, mostrando que las cosas que creemos que son correctas, pueden ser malvadas.
El poder de Dios revelado en nosotros
Al igual que el sufrimiento de Jesús tuvo el propósito de llegar a Él, nuestro sufrimiento tiene un propósito maravilloso y poderoso en el reino de Dios. Nuestro sufrimiento ilumina el camino que Jesús hizo para que las personas que nos rodean también vengan a Él. ¿Cómo?
Cuando nos regocijamos aún en nuestro sufrimiento (Mateo 5:10-12), los que nos rodean ven cuán diferentes somos, y se asombran de que alguien pueda experimentar verdadera alegría en momentos de sufrimiento.
¡Hay gran poder en el perdón! ¿Recuerda usted cómo se sintió cuando Dios perdonó su pecado y le hizo Su hijo(a)? Nosotros también podemos ofrecer una prueba de eso a aquellos que nos hacen daño; un perdón que no se gana ni se merece, ¡sino que se da porque somos como nuestro Salvador!
El poder del amor inmerecido es igual de grandioso. El amor atrae a los demás hacia nosotros, como las polillas son atraídas a la luz. Luego, a través de nuestro amor, llegan a conocer el amor de Jesús por ellos mismos.
La bendecida esperanza de Dios
Dios nos ha dado muchas promesas que nos brindan esperanza incluso en nuestro sufrimiento. Una de las grandes promesas es de Romanos 8:18; "...lo que ahora sufrimos no es nada comparado con la gloria que Él nos revelará más adelante".
Dios le ha prometido a Sus hijos, que no sufriremos Su juicio cuando venga a juzgar este mundo. Romanos 5:9 dice: "Entonces, como se nos declaró justos a los ojos de Dios por la sangre de Cristo, con toda seguridad Él nos salvará de la condenación de Dios." Otros versículos, como 1 Tesalonicenses 1:9-10; 5:9; y Apocalipsis 3:10 nos dan esta misma promesa: Él nos llamará a su lado (Juan 14:1-3) antes de que el tiempo de Su juicio venga a la tierra (lea Apocalipsis 6).
El sufrimiento nunca es agradable, pero podemos regocijarnos en el mismo, porque creemos en Sus promesas de que Él no solo usará nuestro sufrimiento para Su reino, sino que hará que nuestro sufrimiento sea bueno para nosotros. ¡La gran esperanza es nuestra, en Él, de que nuestro sufrimiento nunca ocurrirá sin un propósito eterno!
Ore esta semana:
Señor Jesús, elijo perdonar a ____ quien me ha lastimado. Sé que no puedo perdonar con mi propia fuerza, así que te pido ayuda para hacerlo. Hazme más como Tu hoy.
¿A quién perdonarás hoy?