La verdadera sumisión a Dios es una gran riqueza en sí misma cuando uno está contento con lo que tiene.
Al pedir a la gente que mencionen algunos de los Diez Mandamientos, muchos dirán: “No robarás; no matarás, no cometerás adulterio,” pero pocos mencionarán el número diez, que en su versión más corta, es: “No codiciarás” (Éxodo 20:17 RVA). Veamos cuatro razones para cuidarse de la codicia:
Es tan malo como cualquier otro pecado
Cuando el Apóstol Pablo describe la relación entre el pecado y la ley en su gran epístola a los Romanos, ¿menciona él, el pecado sexual o el asesinato? ¡No, él menciona la codicia! “Yo nunca hubiera sabido que codiciar es malo si la ley no dijera: «No codicies» ¡Pero el pecado usó ese mandamiento para despertar toda clase de deseos codiciosos dentro de mí! Si no existiera la ley, el pecado no tendría ese poder.” (Romanos 7:7-8)
La codicia es tan significativa que Pablo la usa aquí en representación de TODOS los pecados.
La Codicia es Idolatría
¿Construiría usted un altar en su hogar para adorar a una estatua? ¡Por supuesto que no! Entonces, ¿por qué habitualmente practica la codicia, que equivale a lo mismo? “Así que hagan morir las cosas pecaminosas y terrenales que acechan dentro de ustedes. No tengan nada que ver con la inmoralidad sexual, la impureza, las bajas pasiones y los malos deseos. No sean avaros, pues la persona avara es idólatra porque adora las cosas de este mundo. A causa de esos pecados, viene la furia de Dios.” (Colosenses 3:5-6)
Dios ve nuestro corazón
¿Por qué será que los mandamientos acerca de robar, matar y adulterar son tan bien conocidos, pero no el de la codicia? Tal vez porque son externos y visibles, mientras que la codicia es un pecado interno; una actitud más que una acción.
Pero Dios le da tanta importancia a nuestro corazón y nuestro ser interior, como a nuestro comportamiento. Proverbios 4:23 dice: “Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque este determina el rumbo de tu vida.”
Las palabras más duras de Jesús fueron dedicadas a los líderes religiosos, que mantenían una apariencia de santidad, pero eran pecadores en sus corazones. “...el Señor le dijo: «Ustedes, los fariseos, son tan cuidadosos para limpiar la parte exterior de la taza y del plato pero están sucios por dentro, ¡llenos de avaricia y de perversidad!” (Lucas 11:39)
La Codicia lleva a otros Pecados
Podemos intentar aparentar ser buenos, pero eventualmente, lo que está en nuestro corazón se reflejará en nuestras acciones. Lucas 6:45 lo dice de esta manera: “Una persona buena produce cosas buenas del tesoro de su buen corazón, y una persona mala produce cosas malas del tesoro de su mal corazón. Lo que uno dice brota de lo que hay en el corazón.”
El pecado interno de la codicia frecuentemente lleva a los pecados externos de robar, matar y el adulterio, y más. El escritor americano John Piper, en su libro “Gracia Venidera” lo presenta en estos términos: “La codicia es un campo de reproducción para miles de otros pecados.”
Luchando con la Codicia
¿Qué es lo contrario a la codicia? La satisfacción. Si la codicia es desear cosas que no tenemos, la satisfacción significa estar felices con lo que SÍ tenemos. Lo hacemos al recordarnos a nosotros mismos que el Señor ha prometido suplir todas nuestras necesidades. “Y este mismo Dios quien me cuida suplirá todo lo que necesiten, de las gloriosas riquezas que nos ha dado por medio de Cristo Jesús.” (Filipenses 4:19).
Recuerde que NECESIDADES y DESEOS no son lo mismo. Usted siempre verá personas que tienen más que usted. Si no es su vecino, entonces personas en la TV, celebridades con carros deportivos, mansiones por casas y sirvientes, ropa hermosa con joyas deslumbrantes, y lo último en aparatos tecnológicos.
Así como Jesús pasó Sus días terrenales en circunstancias humildes, nosotros podemos aprender a estar satisfechos si tenemos un hogar donde vivir y comida que comer. En la misma carta a los Filipenses, Pablo dijo: “No que haya pasado necesidad alguna vez, porque he aprendido a estar contento con lo que tengo. Sé vivir con casi nada o con todo lo necesario. He aprendido el secreto de vivir en cualquier situación, sea con el estómago lleno o vacío, con mucho o con poco. Pues todo lo puedo hacer por medio de Cristo, quien me da las fuerzas.” (Filipenses 4:11-13)
En la medida en que crecemos en satisfacción, confiando que Dios suplirá nuestras necesidades, nos encontraremos deseando las cosas del mundo cada vez menos. El Espíritu Santo nos liberará de la idolatría de la codicia y encontraremos nuestra mayor satisfacción en nuestro Señor Jesús, trayendo mucha gloria a Dios.
Ore esta semana:
Señor, confieso que muchas veces soy culpable de la codicia, deseando cosas que otros tienen. Admito que eso es idolatría. Por el poder de Tu Espíritu Santo en mí, te pido que llenes mi corazón con una satisfacción santa. Ayúdame a fijar mis ojos en las cosas eternas e invisibles y no en las temporales y visibles. Ayúdame a aprender que mi más alta satisfacción se encuentra solo en Tí. Amén.
¿Lucha usted con la codicia? ¿Le resulta difícil ser feliz en las necesidades básicas de la vida?
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