Relacionándonos con Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo
La Trinidad - Parte 3: ¿Cuál es su relación hacia cada persona de la Trinidad?
Hay distintas clases de dones espirituales, pero el mismo Espíritu es la fuente de todos ellos. Hay distintas formas de servir, pero todos servimos al mismo Señor. Dios trabaja de maneras diferentes, pero es el mismo Dios quien hace la obra en todos nosotros.
Si usted ha recibido a Jesús como su Salvador, usted está en una relación inquebrantable con Dios. Dios es infinito, eterno, e inmutable. Él también es personal y amigo íntimo. Él creó una gran variedad de personas con las cuales Él quiere pasar la eternidad. También existe variedad dentro de Su misma naturaleza. Él es armonía en una unidad perfecta. Dios nos enseña a pensar en Él, y a relacionarnos con Él en una variedad de maneras. Aprenda cómo la adoración bíblica del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo, afectan nuestra comprensión de nosotros mismos.
Con Relación al Padre
Cuando yo pienso en el Padre, recuerdo Su derecho a guiarme. Gracias a lo que Jesús hizo en la cruz, Dios es mi Padre adoptivo también. Él me ama tanto, que dio a Su Hijo para evitar que me muriera. (Juan 3:16; 1:12; Gálatas 3:26)
Para el Padre, yo soy un amado hijo el cual vale rescatar. Una buena ilustración de esto es la parábola del Hijo Pródigo en Lucas 15:11-32.
Con Relación al Hijo
Cuando yo pienso en el Hijo de Dios, me recuerdo que debo parecerme a Jesús. (Romanos 8:28-29)
Para Jesús, Yo soy Su oveja (Juan 10:27-30), y nadie puede arrebatarme de Sus manos. Para entender mejor este punto, lea sobre el Buen Pastor que da Su vida por mi en Juan 10:11-16. En Juan 15:14, Jesús dice que Yo soy Su amigo. Y en Hebreos 2:11-18 dice que Él no se avergüenza de llamarme Su hermano.
Con Relación al Espíritu Santo
Cuando pienso en el Espíritu Santo, recuerdo que Él es el que me ayuda en mi deseo de servir a Dios. (Juan 14:16-17) Él me ayuda en mis limitaciones, y Su presencia constante en mi vida me permite experimentar parte de lo que voy a heredar en el cielo. (Efesios 1:14; 2 Corintios 1:22)
Para el Espíritu Santo, yo soy Su hogar. Ya que Dios Mismo vive en mí, yo soy la sede de su ministerio terrenal. Para entenderlo mejor, lea 1 Corintios 6:19 “¿No se dan cuenta de que su cuerpo es el templo del Espíritu Santo, quien vive en ustedes y les fue dado por Dios? Ustedes no se pertenecen a sí mismos.” A medida que Dios llena mi corazón con Su amor (Romanos 5:5), mi vida produce el fruto del Espíritu. (Gálatas 5:22-23)
Ore esta semana:
Dios, Padre, por favor muéstrame Tu voluntad y haz que mi vida cuente para la eternidad. Señor Jesús, gracias a que Tú vives, yo vivo también. Hazme a tu imagen y semejanza. Espíritu Santo, dame el deseo y la habilidad para glorificar a Jesús. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.